Este refrán popular encierra una enorme sabiduría para quien hace la excepción, particularmente ocurre en las relaciones más cercanas sean de familia o amistades, tenemos frente a nosotros las más claras y terribles evidencias de la verdad y no las queremos ver.
Así encontramos a una persona enamorada, a quien le advierten una y otra vez de la infidelidad de su pareja y aun cuando le ha llegado con la ropa olorosa a perfume ajeno o incluso le ha visto muy cercano a otras personas (incluso besándose), decide creer que solo son rumores y malos entendidos.
De igual manera los padres que dicen que sus hijos no son capaces de hacer ningún mal cuando han sido capaces de mentirles en reiteradas ocasiones o aun de robarles, tienen la evidencia frente a ellos pero prefieren hacerla a un lado con tal de no creer lo que en efecto está ocurriendo.
Pero también encontramos a quien se resiste a ver en sí mismo defectos o falta de control de carácter o actitudes que le causan problemas, pero que insiste en mantenerlos ocultos argumentando que no los tiene, con tal de no cambiarlos o corregirlos.
Quien se atreve a ver la realidad y se acerca a Dios para pedirle ayuda, sin lugar a dudas la obtendrá y sabrá cómo actuar, aun cuando vaya en contra de lo que otras personas crean o piensen, situación que es típica en especial cuando se trata de los hijos, ya que se tiende mucho a solapar sus malas acciones y defenderlos aun cuando sean culpables, en lugar de corregirlos y enseñarles a enfrentar sus responsabilidades.
Es totalmente cierto, no hay peor ciego que el que no quiere ver, nadie lo convencerá, aún cuando escuche la verdad una y otra vez, se quedará con sus propias ideas aun cuando le hagan daño, es importante por tanto examinarse e identificar si estamos en ese supuesto, con tal de cambiarlo, aun cuando ello represente desentrañar terribles verdades, pero es entonces cuando podremos realmente enfrentarlas y esforzarnos por cambiarlas.
Su hijo puede estar consumiendo drogas, quizá a un paso de no poderse liberar de ellas y si usted se mantiene pensando que no es capaz de acercarse siquiera a quien las vende, está corriendo el riesgo de que pierda aun la vida al esclavizarse a esa adicción.
Puede estar a punto de perder su matrimonio por negarse a ver sus problemas de carácter, viviendo encerrado en sus propios conceptos y responsabilizando de la crisis solo a su pareja, le aseguro que cuando el vínculo matrimonial se rompe sale usted más lastimado de lo que se imagina, su vida jamás podrá ser igual.
Puede incluso estar a punto de perder su trabajo o su negocio porque cree que todos a su alrededor son tan leales como usted y se niega a creer que le están saqueando su almacén o su caja, cuando ha visto con toda claridad que ello ocurre, pero se niega a creerlo porque supuestamente son sus amigos y no solo sus trabajadores o compañeros de trabajo.
Son tantas las situaciones que podemos atravesar por no querer creer, ver u oír, que merece la pena dedicar un tiempo a reflexionar en este tema, para ayudarle un poco le contare una historia:
Lucas 18:31-34 “31 Tomando Jesús a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. 32 Pues será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y afrentado, y escupido. 33 Y después que le hayan azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará. 34 Pero ellos nada comprendieron de estas cosas, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se les decía.”
Muchas veces me he preguntado, como es que a los discípulos de Jesús les cayó tan de sorpresa su aprehensión y muerte, cómo es que sabiendo lo que iba a hacer no detuvieron a Judas, cómo es que estaban tan desconcertados al momento de la detención que ni siquiera supieron que hacer y solo se dispersaron, ciertamente todo ocurrió para que se cumplieran las escrituras, pero es necesario notar todo ello y digno de ser analizado.
La única explicación que encuentro es precisamente de lo que les he escrito hoy, los discípulos siendo israelitas, estaban tan convencidos de que el Mesías sería un conquistador y un libertador, que simplemente se negaban a entender lo que Jesús les dijo tantas veces y de manera tan clara.
Podríamos decir que esto nos debería dar cierta tranquilidad de que no somos los únicos a los que les pasa, si a los discípulos de Jesús les ocurrió, cuando la verdad se las estaba diciendo el mismísimo Hijo de Dios, pues a nosotros incluso se nos podría disculpar que nos ocurriera.
Sin embargo lo que debemos hacer es tratar sobre manera de ser la excepción, sabiendo de antemano que nos ayudará a mejorar nuestra vida en esta tierra, Jesús no quería que sus discípulos se mantuvieran engañados, es por ello que insistía en hablarles de lo que vendría, lo cual significa que Jesús nos invita a que veamos nuestra realidad y la enfrentemos con su ayuda, hagamos lo necesario y ayudémonos a tomar las decisiones correctas de acuerdo a la verdad revelada por Dios a través de su palabra.
Dios les bendiga.