Archivo de la etiqueta: Jesús conoce tu necesidad

Jesús conoce tu necesidad

Qué maravilloso saber que Nuestro Señor Jesucristo se preocupa por nosotros, aun cuando nosotros no somos conscientes de la necesidad que tenemos de Él, de su misericordia y de su ayuda.

Es invaluable la capacidad de Dios para poder ver nuestros corazones, si nosotros pidieramos de acuerdo a nuestra consiencia, de acuerdo a nuestra concepción del bien y el mal, a nuestra conveniencia, sin duda iriamos en detrimento de nuestra integridad y encaminados a perder la posibilidad de una Vida Eterna.

No quiero decir con esto que no somos capaces de pedir lo bueno, sino más bien que no somos capaces de ver todo el trasfondo de una decisión, ni podemos predecir el futuro, sin embargo Dios sabe a la perfección lo que será de beneficio para nosotros, sabe lo que necesitamos en todas las áreas de nuestra vida, es por ello que nos forma el carácter a veces de formas que no comprendemos, tambien nos ayuda a valorar sus bendiciones y sabe cual es el momento adecuado en que debe darnos para que no nos ensoberbescamos ni perdamos la dirección. Alabamos a Dios por ello.

Quiero compartirles un pasaje que me es fascinante, lo puede encontrar en el capítulo 5 del evangelio según San Marcos, podemos encontrar varias enseñanzas pero yo quiero mostrarles lo siguiente:

La historia nos narra que Jesús llego con sus discipulos a la tierra de los gadarenos y que en esa tierra por la zona donde llegaron había sepulcros, en aquel entonces los sepulcros eran cuevas, por tanto debio haber sido tenebroso el lugar, imaginese la escena, ya oscureciendo, cuevas por todo el derredor y de pronto le sale al encuentro una persona endemoniada, dice la palabra que esta persona moraba en los sepulcros y nadie podia atarle porque aun las cadenas las rompia y además daba gritos y se golpeaba en las piedras, que momento tan imprescionante debio haber sido.

Cualquiera de nosotros lo más seguro es que trataramos de esquivar ese lugar o bien al tener que atravesarlo irle sacando la vuelta al endemoniado o pasarlo corriendo, sin duda sería un momento de mucho miedo, sin embargo Jesús no hizo ninguna de éstas cosas, observemos lo que dice la palabra en los versículos del 6 al 8 de la cita mencionada: 


«Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él. Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.»

En principio debemos darnos cuenta que esta persona al estar endemoniada, dificilmente tendría control sobre sus acciones y por tanto quien usó su cuerpo para arrodillarse sería el mismo demonio que lo tenía dominado y de hecho quin entabló la conversación con Jesús fue el demonio, lo podemos identificar cuando dice «¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.» Pero hay algo más que debemos ver y esto es lo más importante, Jesús no solo veía a la persona endemoniada que se estaba postrando, veía a un hombre necesitado de libertad, una criatura que sufría enormemente, dice la palabra que de día y de noche andaba dando voces e hiriendose con piedras, me imagino que siempre estaba sangrando y talvez con huesos rotos, cuanto sufrimiento debía experimentar. 

Jesús no salio corriendo, no le saco la vuelta ni tampoco corrio al verlo venir hacia Él, sino que tuvo misericordia y estaba dispuesto a liberarlo de tan tremenda situación, lo vemos cuando dice la palabra «Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.» Jesús ve nuestra necesidad, este hombre ya sin conciencia no le dijo a Jesús que lo necesitaba, talvés ni siquiera hubiera podido hacerlo aunque quisiera, pero Jesús pudo ver su corazón e identificar su necesidad.

Si hoy Jesús se presenta ante ti de alguna forma, a través de alguien que te comparta su palabra, a través de que leas este artículo, o de cualquier otra forma, debes saber que no es algo casual, sino que Jesús ha identificado tu necesidad y esta esperando que le permitas ayudarte, no le rechaces, Apocalipsis 3:20 dice:

«He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.» 

No es necesario que seas conciente de tu necesidad, confía en que Jesús conoce tu corazón, si quieres recibirlo en este momento solo tienes que hacer esta oración:

Señor Jesús, hoy abro las puertas de mi corazón para que entres en mi, ya no quiero más estar sin ti, hoy me he propuesto arrepentirme de mis pecados ayudame a identificar cada uno de ellos, te acepto como mi único Señor y Salvador y declaro que creo que resucitaste de los muertos y que estas sentado a la diestra de Dios padre en tu gloria, y has ido a preparar morada para mí, morada que quiero ocupar el gran día, no permitas de ahora en adelante que me aparte de tí y creo firmemente que soy una nueva criatura y que a partir de hoy caminaré de acuerdo a tu voluntad, Amén.