Aprendiendo buenas características: Cuidarse de no exceder la confianza en las riquezas.

Cuando hablamos de personas que tienen riquezas, generalmente pensamos que nos referimos a quienes son millonarios o al menos con una posición económica alta, por ejemplo quien tiene una casa de dos o tres plantas, con portón eléctrico, auto de modelo reciente y que vive en una zona residencial o reconocida por ser de alto precio.
Sin embargo, habrá personas que no tengan una casa grande ni auto relativamente nuevo o quizá ni tengan auto, pero tienen una cantidad bastante respetable en el banco o bajo el colchón, también nos encontramos a quienes no tienen mucho dinero ni propiedades, pero que optan por proyectar una imagen que da la apariencia de que si tienen mucho dinero, incluso podemos encontrar a personas que aunque no tienen mucho, no lo aparentan en su forma de vestir ni de vivir, pero toman actitudes arrogantes o soberbias aún mayores a las que si tienen, digamos que son de los que piensan que el mundo no los merece y que se sienten por encima de cualquier otra persona y lo poco que tienen lo magnifican.
Hoy quisiera hablar de ese tipo de personas que le dan mucho valor a las riquezas las tengan o no, de tal manera que creen conseguir todo con ellas, que incluso miden el valor del resto de las personas por lo que tienen y no por lo que son, al grado de que confunden precisamente el precio con el valor.
En el comercio efectivamente todo tiene un precio que regularmente va ligado a la calidad, por ejemplo un pantalón se puede conseguir en doscientos pesos o en dos mil pesos, según el material y la marca, sin embargo el valor del pantalón está en la utilidad que brinda es decir sirve para cubrirse, para protegerse de las inclemencias del tiempo y de las afectaciones de insectos entre otras cosas, y dicho valor no cambia por el precio.
Entendido esto del precio y el valor, cuando se nulifica la diferencia entre ellos, generalmente es porque hemos puesto nuestra confianza en las riquezas más que en cualquier otra cosa, no importa si se tienen o no las riquezas, sino que nuestro enfoque de la función de las mismas se ha distorsionado.
El pueblo judío en el tiempo de Jesús y aun años atrás tenía la idea de que la prosperidad estaba ligada a la bondad y justicia de los hombres, lo que significaba que si una persona era buena y justa regularmente tendría mayores riquezas, ellos también tenían una idea distorsionada  de la función de las riquezas, con respecto a esta situación Jesús dio una enseñanza que les pareció muy fuerte y dura aun a sus discípulos, veamos la historia:

Marcos 10:17-27 “17 Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? 18 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. 19 Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. 20 El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. 21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. 22 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. 23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 24 Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! 25 Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. 26 Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? 27 Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.”

Ni Dios ni su Hijo Jesucristo están peleados con las riquezas, de hecho Dios nos ofrece una vida abundante y próspera, pero debemos guardar nuestro corazón respecto a la confianza y el amor que le podamos llegar a tener a las riquezas, Dios quiere que lo amemos y lo tengamos en primer lugar, de tal manera que no sobreestimemos el valor de las riquezas porque nos podemos perder por la ambición, y arriesgar lo verdaderamente valioso e importante que es la vida eterna con Él.
Veamos los siguientes textos:

Mateo 6:19-21 “19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.”

1 Timoteo 6:9-10 “9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 10  porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.”

Proverbios 4:23  “23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.”

Basados en esto una de las características que debemos adoptar es el cuidarnos en todo tiempo de no exceder nuestra confianza en las riquezas y mucho menos amarlas, no debemos olvidar que solo somos administradores de lo que Dios nos da cada día, no permitamos que las bendiciones se conviertan en maldiciones por desviar nuestro enfoque.

Dios les bendiga.